Móvil

Termo es un paisaje extrañamente familiar. Un especie de set conformado por elementos de nuestro espacio cotidiano atravesado por una mirada llena de humor que se deleita en el material industrial, exacerba sus cualidades y carga de absurdo su racionalidad constructiva y funcional. Un lugar en el que ese absurdo, esa manera en que lo conocido fue trastocado – el contexto urbano, las formas arquitectónicas, los objetos mecánicos y electrodomésticos que nos rodean-, nos acerca sutilmente a un espacio delirante, a un estado similar a la alucinación que pueden provocar las temperaturas, la vivencia de una ciudad en la que el calor parece hacer transpirar el asfalto, las superficies reflectantes disparan haces de luz, las lluvias feroces se derraman sobre las fachadas y los cuerpos transpirados reciben en su tránsito y por intervalos ráfagas de vientos calientes y fríos – chorros de aire que se ofrecen a bocanadas-.

Interesada en el carácter provocador y sugestivo de las superficies deformantes y deformadas y de objetos con sus obvias funciones mecánicas anuladas y reformuladas, Irina Kirchuk (Buenos Aires, 1983) propone en Termo un orden alterado, exageración y dislocación. Valiéndose de la particularidad arquitectónica de la sala, continúa con su formulación habitual de estructuras-obstáculos y dispositivos domésticos frenados, proponiendo un juego entre lo que corresponde al adentro y el afuera, el derretimiento y el congelamiento, el movimiento y su interrupción. Un poco homenaje a la tradición artística más formal y minimalista y otro poco crítica a ésta cargada de humor, Termo nos ubica en un ambiente de objetos rotundos a los que se deja emanar cierto aire surreal.

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Fondo: La gran pintura, mylar sobre muro, 4 x 10 mts; frente: Ventilación, cañería de zinc, sombreros eólicos de aluminio y pigmento natural rojo de Cadmio, 1,30 x 0,60 x 10 mts.

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