Los trabajos de Joaquín Aras señalan zonas de límites difusos. Fundamentalmente a través del video, generan lugares de encuentro, de participación, en los que dos ámbitos de la realidad -la de la vida y la de la ficción; la de lo dado y la de lo construido-, juegan a confundirse. Abren así una entrada a un espacio en el que las cosas son y no son, que explora las diferencias y la fusión entre lo que se ve y lo que imaginamos, que deshace la linealidad con la que usualmente se narra y crea un juego especular y envolvente que integra palabra e imagen. La influencia del entorno en la creación de la ficción y de la ficción en el entorno de la realidad -quién manda o precede a quién- se vuelve ambigua.

Las obras de Aras ponen el foco en elementos mínimos del cine y de la cultura audiovisual; en muchos casos, en los clichés a partir de los cuales penetramos rápidamente en sus mundos posibles. Los trabajos que presenta en Móvil tienen al rostro como motivo: aquel canal que habilita la empatía del espectador. Unidad de sensibilidad, éste revela y moviliza pero también finge, es medio de expresión y de comunicación tan deliberado como involuntario de gestos a veces formateados pero siempre provocadores. Como membrana divisoria, el rostro es también metáfora del lugar en que vive el cine, esa pantalla o área finita que separa dos mundos. Rostro y pantalla son acá una superficie que se nos invita a observar como a una geografía para percibir sus accidentes en detalle y penetrar así su magia reveladora y transformadora. En la síntesis que proponen las obras, forma y contenido se vuelven indisolubles. Y jugando a dos puntas entre la precisión y la imprecisión de aquello que se muestra y se reproduce, se invita a disfrutar de la ambigüedad y a reflexionar sobre la naturaleza de lo auténtico.

Fotos: Ignacio Iasparra

Evento relacionado
(E)motion pictures: de la emoción al emoticón. Una conversación sobre cine entre Joaquín Aras y David Oubina.
Sábado 5 de noviembre, 17 horas.
Entrada libre y gratuita.