Joaquín Boz: Insolada
Pintor, dibujante y constructor nato, Joaquín Boz exhibe en Insolada trabajos en papel de pequeño y gran formato que presentan apariciones y transformaciones. Sus pinturas y dibujos resultan de procesos de carga sobre el material que cubren y descubren, transparentan y opacan, debilitan y fortalecen. El papel reacciona asimilando de distintas maneras la irrigación continua de un trazo punzante, de una mano llena de pintura que resbala sobre él mientras busca una forma o de un aceite que trepa lentamente por el papel exhibido en su total desnudez.
El blanco ahoga todo ruido en la exhibición y nos invade el olor a taller. La densidad de la materia grasa del aceite, de los óleos y del grafito se impone en el ambiente. Una gran pintura de rasgos primitivos cuelga etérea mientras sostiene en su fragilidad las imágenes que aparecieron en ella y la han penetrado como una piel. Las Aceiteras alzan papeles que cortan el aire con su filo y guardan en su base la posibilidad de una pintura que poco a poco va a ser llamada por los pliegos y sus particulares cualidades. Las Chapas concentran en su pequeño tamaño un tiempo inmenso durante el cual la repetición de un gesto mínimo –que fue rayar y raspar con finísimas minas– volvió al papel calor, corteza, chapa. El velo oscuro que lo cubrió es ahora el brillo que trasluce su textura, evidenciándola como a una huella. Todas las partes son testimonio y posibilidad de un hacer irrefrenable y originalmente incierto. De una energía que fluye y construye, que busca y descarga. Que se desplaza entre el vacío y la saturación. Insolada es esta tensión, este exceso. Es luz y es forma que de algún modo avanzan como una fiebre.
Aceiteras, 2014. Papel de algodón, aceite y estructura de hierro. 305 x 164 x 90cm cada una.
Un cuadro nuevo, 2014. Aceite de lino y óleo sobre papel, 4 x 9 mts.
Aceitera y Chapas, 2014, grafito sobre papel, 50 x 35 cm y 20 x 21 cm.
Fotos: Santiago Porter